divendres, 15 de gener del 2016

Meditar modifica el cerebro llenándolo de sensaciones positivas.


Meditar modifica el cerebro




De un tiempo a esta parte vienen realizándose diversos estudios neurológicos sobre los efectos de la meditación sobre el cerebro. Los resultados muestran que si bien la meditación no cura, sí es cierto que su práctica tiene un papel importante a la hora de reducir la respuesta negativa ante situaciones estresantes que, finalmente, se traducen en una mejora física.
Pero, ¿podemos fortalecer los circuitos del cerebro asociados a la felicidad y a los pensamientos positivos tal y como fortalecemos los músculos con el ejercicio?
Richard Davidson, profesor de psicología y psiquiatría de la Universidad de Wisconsin, asegura que sí.
Richardson se ha convertido en el precursor de un campo relativamente nuevo llamado neurociencia contemplativa. En su investigación sobre los cambios en los circuitos del cerebro involucrados en el procesamiento de las emociones ha utilizado técnicas de diagnóstico por imagen, y ha conseguido introducirse en el cerebro de más de media docena de monjes tibetanos que hace entre 15 y 40 años que meditan ocho horas diarias. El investigador, que incluso cuenta con el apoyo del Dalai-lama, ha podido observar que la estructura y configuración del cerebro de estos auténticos “atletas cerebrales”, como él los llama, es diferente de las de aquellas personas que no meditan.
¿Y cuáles son las diferencias entre el cerebro de alguien que medita y el de alguien que no? Richardson se ha dado cuenta de que las personas que meditan durante más horas son más eficaces en tareas cognitivas, como atender, aprender o memorizar. Además, también ha observado cambios en los circuitos del cerebro involucrados en el procesamiento de las emociones: cuanto más tiempo se dedica a la meditación, más intensa es la actividad en la ínsula, una estructura del cerebro cuyo papel es clave en la representación y detección de las emociones.
Asimismo, Davidson y su equipo han observado cambios en el lóbulo prefrontal, responsable de la capacidad de empatía y de percibir el estado mental y emocional de quienes nos rodean, por lo que han llegado a la conclusión de que éstos monjes, que en total acumulan entre 10.000 y 40.000 horas de meditación, han modificado su cerebro para convertirse en personas más empáticas.
La meditación, pues, puede traducirse en emociones y los cambios en éstas y el estado de ánimo inciden sobre la salud de las personas.
Aquellos que se toman la vida de forma más positiva tienen menos posibilidades de caer enfermos o se recuperan más rápidamente.
Las emociones positivas generan sensación de alegría y nos fortalecen, hacen que liberemos dopamina, un neurotransmisor que genera sensaciones positivas que se traducen en bienestar general. Por otro lado, las emociones negativas nos debilitan.
Los investigadores creen que los buenos sentimientos se pueden entrenar, lo cual se traduce en una vida más plena y saludable.

Más información:
http://www.redesparalaciencia.com/wp-content/uploads/2010/04/entrev57.pdf
http://being.publicradio.org/programs/2011/healthy-minds/transcript.shtml

Dopamina: La cantidad de dopamina determina la actitud de la persona.


La dopamina en el cerebro determina el miedo y la valentía

La timidez, el miedo, la extroversión y el valor en las personas está determinado por la cantidad de dopamina que hay en el cerebro, según un estudio realizado por investigadores de la Clínica Universitaria Charité.
La dopamina determina si somos miedosos o no.
¿Qué determina que una persona ande por la vida segura de sí misma y sin miedos? Investigadores alemanes realizaron un estudio que arroja las claves sobre lo que provoca miedo o valor en una persona. Se sabe que la dopamina, una sustancia neurotransmisora, estimula o frena la actividad de las células nerviosas en el cerebro. Como resultado, esta sustancia es importante para el aprendizaje, la memoria, la curiosidad y la motivación. Si hay poca dopamina en algunas áreas del cerebro la comunicación entre las células nerviosas se interrumpe o se trastorna, como ocurre en la enfermedad de Parkinson, provocando a las personas que la padecen una pérdida en el control de sus músculos.
Según el estudio realizado por un equipo de investigadores de la Clínica Universitaria Charité de Berlín, las personas con una elevada concentración de dopamina en la amígdala cerebral (Corpus amygdaloideum), un área en el cerebro que participa en el procesamiento emocional, reaccionaron con más miedo y estrés que aquellas personas con una menor concentración de dicha sustancia.
El estudio, conducido por el psiquiatra Andreas Heinz, afirma que la cantidad de dopamina en el cerebro muy probablemente decide si la persona es tranquila y confiada en sí misma o si es miedosa y estresada. Los resultados fueron publicados en la revista Nature Neuroscience.
Imágenes desagradables que provocaron miedo en algunos.
Imágenes desagradables
Los científicos mostraron a los participantes del estudio fotografías que provocan emociones negativas o positivas, por ejemplo imágenes de un accidente de coche o de un asalto violento. Paralelamente midieron la actividad de la amígdala cerebral que es causante de sentimientos como el miedo.
“Es sabido que cuando hay sentimientos desagradables la amígdala cerebral se encuentra activa. Ahora pudimos comprobar que la cantidad de actividad en la amígdala cerebral, considerando estímulos negativos, depende de la cantidad de dopamina que almacena”, afirma el investigador Thorsten Kienast, participante en el estudio, en conversación con DW-WORLD. “La cantidad de dopamina es diferente en cada persona” dijo el psiquiatra y psicoterapeuta. Los investigadores utilizaron el método de la tomografía por emisión de positrones (PET), con el que se puede medir la cantidad de dopamina que es absorbida por las células nerviosas y transformada en sustancia transmisora. Este método permitió localizar la sustancia y medirla cuantitativamente.
Sin que nos percatemos de ello, la dopamina influye en la actitud de valor o inseguridad ante la vida.
Buena comunicación intracerebral
“Cuando mostrábamos imágenes desagradables la amígdala cerebral estaba en actividad. Cuanto más activa, más dopamina había en la amígdala y más miedo o estrés provocaba en las personas afectadas”, afirma Kienast. Sin embargo en el estudio se constató que hay otro factor que influye en las sensaciones de miedo: la comunicación existente entre la amígdala cerebral y el cíngulo anterior, otra región cerebral. Ambas están interconectadas a través de fibras nerviosas. “Hemos comprobado que ambas regiones se comunican cuando la persona mira imágenes negativas. Cuanto más comunicación hay entre ambas regiones, menos miedo sentían las personas afectadas”, afirma. “Si esas estructuras cerebrales se comunican poco, entonces la persona tiene más miedo”, subraya Kienast.
“La gente que tiene mucha dopamina en la amígdala cerebral y/o una mala comunicación entre ambas regiones por lo general es insegura, miedosa y tímida. Por el contrario, las personas que cuentan con menos dopamina en la amígdala cerebral y una buena comunicación entre amígdala y cíngulo anterior son por lo general el tipo de personas que andan por la vida seguras de sí mismas, que son tranquilas y muestran valor”, explica.
Kienast añade que a través de la psicoterapia se puede promover la comunicación de la amígdala cerebral y el cíngulo anterior con lo que las personas afectadas podrían aprender a actuar con menos miedo y a tener una mayor seguridad en sí mismas.